La
noche se despierta en medio de mí. Me ve tendida… lejana de las instancias de
su sueño roto. Se le quebró en pedazos al borde de un sonido absurdo que creyó
sentir detrás de la ventana.
Enciende
la luz. Foco de haz blanquecino, curvo y delgado. Me llena de claridad, castiga
mis párpados que se aferran a la oscuridad… Sin embargo, permanezco quieta, en
las brumas del silencio.
Ella
se levanta. Siente su boca seca. Bebe un sorbo de agua. Se moja la cara. Se
despabila, y en chancletas atisba cada rincón de la casa.
La
noche da vueltas y vueltas, no se puede dormir. Padece de insomnio.
Yo?, Nada
más duermo, como un angelito posado en su hombro…
Siempre quise tener un manzano en el fondo de mi casa, rodeado de girasoles bajo un cielo cubierto de nubes de mariposas capaces de inventar sombras con alas. Sentir el aire, como un breve suspiro, danzando en torno a esas rojas tentaciones pendiendo de las ramas... Y a la tarde, -cuando empiezan a florecer los sueños- una oleada de aroma dulce se cuele por la ventana regalándome paz y antojos nuevos, risueños, sonrojados por la travesura que derraman.
Siempre quise... Pero mi patio es pequeño y en él solo brotan plantas en macetas. Las nubes no son más que blanquecinos trazos que se disgregan, llevándose consigo caricias tibias de sol. Sobre las baldosas, se dibuja una rayuela, que salto a salto asciende hacia el mundo de los imposibles, hasta tornarlos palpables con el alma, como en un juego de niños. No todo es factible o real, bien lo sé... por eso dejo que la imaginación haga lo suyo y le pido a mis pinceles que me ayuden, a creer y a crear...
Fermín forcejeaba con aquella tuerca al
mismo tiempo que lo hacía con sus ideas. Trataba de acomodarlas en su mente,
acoplarlas, hacerles un lugar en las cavidades de su entendimiento.
-Por qué esta rebelión en contra mía? Por
qué ella no piensa, no quiere, no siente, no busca lo mismo que yo?
De su valija de herramientas sacó la
adecuada y en tanto continuaba sumergido en su labor, ajustando tuercas,
tornillos y engranajes, seguía disparando réplicas al aire como si fueran
misiles:
-Por qué? Por qué? Por qué? Tan difícil es
que me dé todos los sí que necesito? Si yo la quiero con toda mi alma! No es
acaso eso suficiente?
Marlene le era esquiva. Desde siempre tuvo
una actitud altanera y provocativa con él, pero eso nunca desvaneció sus
sentimientos ni le había desalentado. Sin embargo esta vez la mujer había sido
clara y contundente en su rechazo. Poco le importaba si su corazón la había
elegido, si su deseo se despertaba con solo soñarla. Por el contrario, le marcó
sus divergencias, apuntaló cada una de sus razones y delimitó el terreno para
que él no lo traspasara.
Apesadumbrado, decepcionado, buscó una
nueva ruta de escape. Estaba cansado de luchar por amores que se le deshacían
sin concretarse, mas… esta vez sería distinto.
Ajustó la última pieza en tanto lanzaba un
suspiro que transpiraba rabia y esperanza al mismo tiempo.
Dio un paso atrás para tener una visión
completa de su obra. La observó satisfecho, convencido de que “ella” tendría
todos los “síes” que necesitaba escuchar. La abrazó con la mirada y muy quedo
le preguntó:
-Me
amas?
Y
aquella mujer metálica que acababa de construir, dejó emanar un:
-Si
– gutural y frío que resonó dentro de sus entrañas mecanizadas.
Pequeño y vivaz. Ni
bien abrió sus ojos se alimentó de imágenes y colores, mamó fantasías y sueños
y jugueteó en su cuna de blanco papel con lápices y acuarelas.
De a poco fue
descubriendo el mundo, palpando su realidad… una realidad de cuento.
Balbuceaba con voz de
niño las pocas letras que brotaban en su entorno como frutos deliciosos.
Cada
cosa que escuchaba y que veía, la
atesoraba entre sus páginas, que día tras día iban sumándose
–del mismo modo
que los humanos sumamos experiencias y conocimiento-.Coleccionó aventuras y
leyendas, historias e historietas, a cual más mágica e increíble y de ese modo
se inventó su propia trama.
Había madurado y
solidificado su esencia, olía a tierra húmeda y a sol tibio, sonaba a canto de
niño, a risa fresca y prometía juegos y
escondites. Pero su anhelo, su gran anhelo, era hacerse amigo de un niño.
Un niño de carne y
hueso, con un corazón palpitante y una curiosidad inmensa.
Lo esperaba con
ansias, con el deseo de compartir sus tantas letras, contarle sus vericuetos, entonarle la canción
que guardaba en la página 16, enredarlo en las idas y vueltas que tanto lo
divertían y enseñarle los dibujos que fue creando con un lapicito mocho que
había quedado pequeño de tanta tarea.
Fue una noche sin luna
y de sueño esquivo en que conoció ciertamente su razón de ser.
Su vida fue tomando
forma, vistiéndose de voz y ritmo, de caricia suave, cuando aquella mujer le
tomó en sus manos y se sentó en la cama junto a una pequeña de ojos oscuros y
redondos como botones de azabache:
-Ven mi niña, esta noche te leeré un cuento
que escribí para ti.
De aquí en más, la
niña y él se leyeron mutuamente cada noche, antes de dormir.
Hoja
por hoja, ojo con ojo, letra tras letra…
Érase
que se era…
Un
cuento que cada noche volvía a nacer.
Y este cuento fue feliz, porque al fin encontró una amiga con quien compartir.
Este cuento lo dedico
especialmente a mi hija Jimena, quien ciertamente fue compañera fiel
de cada cuento que le escribí,
pero además a los tantos niños que pasaron por mi vida y
a los que tuve la oportunidad de
leerles las historias que inventé, muchas veces, inspirada en ellos.
Gaby*
Y érase que se era... un montón de cuentos para compartir en lo de José Vte
Tanto
temor habitaba detrás de aquellas paredes de madera y piedra, piedras macizas como el miedo que entraba sin
aviso y se quedaba cual huésped inesperado… Lo natural y sobrenatural traían
consigo un peso indescifrable: cuál de todas las causas era la raíz que había
que atacar, entender o acatar?
Se
elevaban cantos con cierta dosis de fe, una fe que cuestionaba donde debía
apoyarse, en qué pilar santo o en qué cántico mágico.
Todo
ese entorno oscuro y confuso se puso de manifiesto, cuando el niño montó en
fiebre, una fiebre pegajosa que se le adhería a su cuerpo sin querer abandonarle, y la familia en pleno
lanzaba su plegaria al aire, para que tocara la dicha de algún modo y lo
aliviara de su enfermedad…
“…
sal, gusano, con nueve gusanillos, pasa
de la médula al hueso, del hueso a la carne, de la carne a la piel y de la piel
a esta flecha…”
Y
a coro reafirmaban su esperanza (por si una cosa fallaba la otra lo salvara):
“Así sea, Señor”.
El hermano mayor, que llegaba del campo, venía
con la nueva buena, un presagio rescatado del excremento de su caballo. Allí vio un buen augurio! Algo tan deseado en
ese entonces.
El
cielo era una masa compacta llena de mensajes revelados por los astros, pero
aún así, eran tiempos de incertidumbre y temor.
Se
sabía que mentados adivinos se habían sentado en el cruce de algún camino para
hablar con los muertos y avizorar si alguna catástrofe se avecinaba.
Se
aproximaba el año mil… Hubieron quienes pronosticaron que sería el final de los
tiempos, por eso cualquier evento, por simple que fuera, podría ser un
indicador positivo de salvación, o el alimento de las imágenes más tenebrosas y
los miedos invencibles.
Íntimamente,
cada uno, en aquella familia, acunaba el deseo más tibio de que el niño
mejorara. Sería un modo de poner a prueba la fuerza del destino y confiar que
en su cura estaría la respuesta a todas sus incertidumbres. Por ello, se dispuso
trasladar al niño a una encrucijada, lo
pondrían en un foso rodeado de espinos. La tierra, sabia madre, madre de vida,
absorbería el mal, empapándose en él y liberando por fin a la criatura de lo
que tanto le aquejaba…
Quién
sabe qué fuerzas poderosas actuaron esa noche, donde los miedos si bien no
fueron vencidos al menos se hicieron viejos. El
niño sanó paulatinamente… la sonrisa volvió a su rostro y la fiebre
escapó volando disipándose cual humo.
El
último combate contra el mal, quedó esperando un mejor momento.
Gaby*
Nota: “El legendarioaño mil, final delprimer milenio, que se utiliza convencionalmente para el paso de la Alta
a la Baja Edad Media, en realidad tan solo es una cifra redonda para el cómputo
de laera cristiana. Pero
ciertamente, elmilenarismoy los pronósticos delfinal
de los tiemposestaban presentes.
Todo elsiglo X, más bien por las
condiciones reales que por las imaginarias, puede considerarse parte de una
época oscura, pesimista, insegura y presidida por elmiedoa todo tipo depeligros, reales e imaginarios, naturales y sobrenaturales: miedo
al mar, miedo al bosque, miedo a lasbrujasy losdemoniosy a todo lo que, sin entrar dentro de lo sobrenatural
cristiano, quedaba relegado a lo inexplicable y al concepto de lomaravilloso, atribuido a seres de dudosa o quizá posible
existencia (dragones,duendes,hadas,unicornios).”
Como escribió Umberto Eco:
“La Edad Media cree
firmemente que todas las cosas en el universo tienen un significado
sobrenatural, y que el mundo es como un libro escrito por la mano de Dios.”