miércoles, diciembre 04, 2013

este jueves...


conventos



Hacía ya un tiempo que Don Alberto Hilario Peña Luz, frecuentaba la casa de María del Socorro. Ella lo miraba con desgano, cabizbaja, temerosa al presentir lo que se avecinaba. Sus padres se deshacían en cumplidos al recibirle, lo que conociéndolos, era señal de un arreglo matrimonial inminente. 
Era entendible, su buen nombre y buena posición económica, no estaban para ser desechados, pero a la joven le repelía su sola presencia. Aquel corpachón desmesurado, los bigotitos endurecidos, su dentadura amarillenta asomando en medio de una risotada forzada, su andar tambaleante, y esos tantísimos años que le llevaba… todo! todo él, de pies a cabeza, le provocaba un rechazo incontrolable. No se imaginaba una vida a su lado, con toda la entrega que eso conllevaría. 
Entre pensamientos temerosos, la decisión nació presurosa…

María del Socorro, prefirió el encerramiento vitalicio en un viejo convento.

Ni todas las promesas de vida envueltas en riquezas y comodidades, sedas y brillos, podrían con su decisión de austeridad y libertad. Así se lo hizo saber a la abadesa cuando con firmeza prometió entregarse a Jesucristo con voto perpetuo de monja,  mientras se aferraba a un crucifijo.

De allí en más,  su vida fue dedicada a ayunos y penitencias, a memorizar el Salterio del coro y abocarse a todas las tareas que le fueran encomendadas, con sumisión y devoción, convirtiéndose en santísima monja. 
Paradójicamente, allí encontró su libertad,  dentro de ese claustro de paredones impenetrables. Pudo sentir que le nacían sus propias alas a través de sus escritos. 
Estos permanecieron en el secreto más absoluto pues, se ha llegado a decir que “Los textos de las monjas eran un material bruto y peligroso: debían ser regulados para prevenir el desparramo de sentido.” (Lucía Invernizzi)

María del Socorro llevó su hábito como una piel de resistencia hacia lo que su propia familia pretendía de ella, sirviéndole incluso, luego de muchos años, de propia mortaja.

Más historias de conventos en lo de Rhodea Blason


Recuerdo de Rhodea y su primer Jueves como organizadora
GRACIAS!

29 comentarios:

  1. Otra visión muy interesante del tema: ¿A qué lado de las rejas está la libertad? Me temo que siempre dentro de uno mismo. Dicho eso, yo abrazo la Creación en toda su extensión, incluyendo aquellas emociones y sentimientos que nacen del cuerpo (que para algo lo tenemos, en la economía natural nada es casual), faltaría más.

    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Los espíritus libertarios siempre encuentran la forma de salir a la luz y abrir futuro, como el agua por la grietas....

    Así tus palabras nos llevan de esa tortura que es tener que estar al lado de quien no amamos hacia la forma de ser libres aunque más no sea en la soledad pero levantando alas de algún modo.

    Precioso y preciosista en sus descripciones. Un relato muy bien arropado.

    besos

    ResponderEliminar
  3. Resulta bien cierto que las mujeres con ciertas dotes intelectuales se encontraban mejor en el claustro conventual que en manos de un varón que les repeliera. Afortunadamente la cultura ha cambiado. Ahora existen otro tipo de claustros, por eso las vocaciones "al uso" se encuentran en franca caída. Besos.

    ResponderEliminar
  4. Resulta bien cierto que las mujeres con ciertas dotes intelectuales se encontraban mejor en el claustro conventual que en manos de un varón que les repeliera. Afortunadamente la cultura ha cambiado. Ahora existen otro tipo de claustros, por eso las vocaciones "al uso" se encuentran en franca caída. Besos.

    ResponderEliminar
  5. Que indeseable tendría que haber sido ese pretendiente, para buscar esa via de escape. La familia tendría que haber cedido ante tal muestra de rechazo.

    ResponderEliminar
  6. Una historia muy real y bien escrita Gaby.......

    ResponderEliminar
  7. !Qué tiempos! Ya es pena huir del monstruo para meterse monja, sin embargo si se acomodó si allí se hizo suya en los escritos, pues no es poco, hay vidas que terminan más frustradas.
    Bien sabido es ese dicho sobre escritos de monjas, pero...que le quiten los escrito a Teresa de Avila, por ejemplo.
    Un beso cariñoso amiga Gaby.

    ResponderEliminar
  8. Quizás en aquel momento era su única salida...
    Un beso.

    ResponderEliminar
  9. hOla G a b y*: Leí una vez que, lo principal de tu vida no lo busques entre las cosas que te agradarían, sino que es mejor hacer que te agraden las que te han tocado en suerte. Esta monjita que de buen seguro no tenia vocación, allí encontró la libertad y la paz.
    Una historia muy bonita de renuncias y encuentros.
    Salud amiga.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  10. Un poco triste esta realidad que nos describes. Pero fue y aúsn sigue siendo en algunos lugares así....

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Al parecer encontró la libertad tras las puertas de aquel convento. Lástima que más que por vocación lo hizo para evitar males mayores. Una historia muy bien narrada. Un beso.

    ResponderEliminar
  12. Lástima que esa fuera su única salida.
    Me ha encantado cómo lo has expuesto porque he sentido repugnancia por ese pretendiente y pena de esos padres tan materialistas.

    Besos

    ResponderEliminar
  13. ¡Cuánta seriedad se siente en tus palabras! Y lo bien que describes esa huida forzada por las circunstancias, cuando siempre pensamos que se huye saliendo, en ese caso, fue entrando para encontrar cierta libertad. Me ha impresionado.
    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  14. Sin mas alternativas de eleccion, hizo buena elecciôn.

    Un abrazo

    Lola

    ResponderEliminar
  15. Una encrucijada bien resuelta por tu protagonista. En otros tiempos los monasterios fueron centro de cultura y conocimiento. Mi madre me contó que un hermano de mi abuelo fue enviado a uno, donde se encargó de la biblioteca. Estudió filosofía y dejó el convento, convertido al marxismo.
    Todo eso es una historia muy larga. La tuya, corta, dice mucho.
    Besos, amaiga.

    ResponderEliminar
  16. No tuvo más remedio, en esa época la mujer no era nada, y no me extraña que encontrara su libertad en el convento, que al lado de ese matrimonio forzado.
    Me ha gustado
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  17. Ejerció su libertad y supo ponerle alas.

    ResponderEliminar
  18. Triste y esperanzador a la vez.

    Un beso, Gaby.

    Pd.: ¿pudo finalmente tu hija acceder a mi blog?

    ResponderEliminar
  19. Un texto precioso Gaby, lleno de descripciones que nos dejan ver a los personajes, por fuera y por dentro. Una historia que nos hace pensar sobre esa libertad encontrada dentro de lo que se entiende como un encierro.
    Otra visión de este jueves de conventos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  20. "Como una piel de resistencia" me ha encantado y comparto con ella eso de que escribir es como tener alas, salir de uno mismo y darse a cualquier viento en plena libertad.
    Un beso

    ResponderEliminar
  21. Cómo traes a la mente las atrocidades que se cometían de antes(y tal vez ahora en algunos paises)!Y plenamente ella encontró su libertad,y yo lo creo,a pesar de no ser esa la vocación que tuviera.
    Triste y penoso,pero realidad pura!
    Besucos

    ResponderEliminar
  22. Una historia que no tiene nada de ficticio, Lamentablemente, para muchas mujeres -y hasta no hace mucho- esa era la única manera de escapar de algún matrimonio forzado. Las ansias de libertad al menos se conformarían con el alivio de las letras, cuando la vocación no era el principal motivo para tomar los hábitos.
    Un abrazo, Gaby!

    ResponderEliminar
  23. Creo que yo en su situación hubiera hecho lo mismo pues en otros tiempos no quedaba otra salida.Además allí encontró la libertad que seguramente nunca hubiera encontrado fuera.
    Has contado una bonita historia aunque triste en un principio por verse obligada a tomar la decisión de meterse monja.
    Un beso

    ResponderEliminar
  24. Resulta paradójico que enclaustrada en un convento, Socorro hallara el libertad. Pero debo decir que es comprensible agarrarse la vía de escape que el convento le brindaba.

    Bss.

    ResponderEliminar
  25. Lindo Diciembre, saludos hasta Uruguay :)

    ResponderEliminar
  26. En ese caso, para no ser esclava, prefirió perder la libertad exterior, que no la interior.

    Gracias por visitarme. Besos

    ResponderEliminar
  27. Entretenido texto con moraleja final. La elección entre dos opciones no elegidas desde la libertad suelen ser dramáticas e insoportables.
    Tal vez en esta segunda oportunidad, el tiempo lo cicatrice, pero siempre queda la señal.
    Besos

    ResponderEliminar
  28. Pásate por mi blog y tendrás un premio que te recordará mi primera convocatoria. Muchas gracias por participar

    ResponderEliminar
  29. Lamentable y contradictorio que se viera abocada a encontrar la libertad tras los muros infranqueables de un convento.Historia que refleja la realidad de muchas supuestas vocaciones religiosas. Triste refugio el de las letras en este caso. Hubiera sido mucho más hermoso escribir desde una libertad real.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar

Mis letras se entregan a tí...
Gracias por entregarme las tuyas!

pinceladas...

pinceladas...
y te recorro con tinta azul, cielo nocturno de mis profundas necesidades

sobrevuelo...