Vienes de noche,
cuando bajo la guardia y solo soy...
ojos que sueñan,
mente que que vaga
en la solidez oscura de un tiempo sin trampas.
La trampa es tuya:
argucia,
osadía,
que como rayo de luz tenue,
se entremete en la grieta descuidada
de un pensamiento añejo...
Y pasas...
con la sonrisa desafiante
y la mirada sin cavilaciones,
para inmiscuirte en la trama
y ser, el sueño que sueño.
Sabes cómo tentar a la noche,
poblándola de recuerdos que se hacen añoranzas
y se deshacen en deseo
-un deseo ingenuo,
que con la voz hecha un hilito
te pregunta: - a qué has venido?-
y a la vez te sugiere la respuesta
en un eco hacia tu oído.
Y son sueños soñándose a sí mismos,
inmateriales pero vívidos,
inusitados y tibios,
como queriendo intentar
-intentar una vez más-
probar a qué sabes
a pesar de las distancias...
Gaby*