sábado, febrero 23, 2013

relato de jueves, que va un domingo...

porque la consigna es simplemente... "saltándome las normas"


Rostros circunspectos. Miradas perdidas sin rastros de dolor.
Norman, con sus trece años, solo observaba. La voz de su tío Felipe le rebotaba en los oídos, iba y venía sin aportarle sentido a la situación.
Su padre se hubiera sentido muy a disgusto al saber que el día de su despedida, su hermano se echaría al frente de sus deudos a monologar y dedicarle unas últimas palabras. Vestido de estricto color negro, siguiendo el formalismo de un "hombre correcto", gesticulaba mientras lanzaba juicios de vida y muerte al aire.
- ...es la ley de la vida... -le oyó decir.

...la ley de la vida... sí, claro, viejo garca, mi viejo no se regía por ley ninguna, su vitalidad estaba en otro lado, y de última fue el único responsable de su propio destino, qué bah! si él hubiera estado aquí parado,cumpliendo el rol de orador, seguro que invitaba a todo el mundo a chupar unas cervezas y a celebrar la libertad...

Recordó que cierta vez, la tía Clara, le espetó en la cara un:
- Sos un anarquista pelotudo! Irreverente, y mala persona - ella, lo único que tenía en claro eran las leyes de Dios.
- Callate, beata insoportable -le respondió su viejo -qué me venís a mí con esas cosas, metete los santos mandamientos en el culo!
Rememoraba bien aquel episodio. Se había armado una terrible trifulca en su casa. Su madre y su abuela Giorgia, intercediendo entre Clara y su padre, forcejeando por uno o por otro. Clara, había llegado con el chisme de que su papá se veía a escondidas con la mujer de su tío, sí, justo ese, el que hablaba ahora en su funeral.
- Dios te castigará, ya veras Martiniano! No desearás a la mujer de tu prójimo, ni cometerás adulterio, eso dice la Biblia... y vos? allá vas a manosear a tu cuñada!
- Sí, claro, Dios seguramente hubiera hecho lo mismo. Entre la rubia regalada esa y mi mujer... jajaja! qué interesante oportunidad! Rita será mi esposa y la madre de mi hijo, pero en la cama es todo pacatería y aburrimiento, y a  mí me gustan las mujeres que se atreven a todo! Sobre todo a meterle unos lindos cuernos a mi hermano!
En ese entonces, enterarse de algo así, le produjo una mezcla de desconcierto y náusea, no tanto por lo que su padre decía, porque en definitiva lo entendía, sino por la expresión de sumisión y aceptación en el rostro de su madre. Ella consentía esa, y otras tantas situaciones. Justificaba las actitudes de su padre.
- Tu padre es la antítesis de los buenos modales, de las buenas costumbres, de imposiciones de cualquier tipo. Detesta las obligaciones, no se doblega ante reglas ni horarios, al punto que aún me sorprende cómo decidió  casarse legalmente conmigo. Pero lo amo así tal cual es, y sé que tal cual es, nos ama... porque nos ama y mucho hijito mío, de eso no tengo dudas.
Él tampoco lo dudaba. Cierto día habían quedado solos, él y su padre, justo cuando preparaba una tarea para el colegio.
- Papá, me ayudarías? -le preguntó.
Bien dispuesto y con interés, Martiniano se aproximó. Leyó la consigna que le había dejado el profesor: 
- "Sigue paso a paso las indicaciones y realiza un análisis... " - enseguida puso mala cara - Sigue paso a paso las indicaciones? Qué se piensa este profesor, que no tenés voz ni voto? que no sos capaz de analizar nada sin que te den instrucciones? -y allá arrancó con una perorata sobre la enseñanza,  los métodos educativos, las mentes cuadradas, y el empeño de las autoridades por incentivar a los jóvenes a no tener iniciativas propias para hacerlos domesticables, manuables... bla bla bla... Sin contar, que desechaba todo tipo de normas ortográficas, reglas sintácticas, etc, etc.
- Debemos expresarnos libremente, así como  nos salga! -Lo decía enérgico, casi profetizando. Norman admiraba a su padre, más allá de que en esa oportunidad, decidió no hacer caso a sus consejos. Terminó la tarea como pudo, sabía que de lo contrario solo se ganaría una baja calificación.
De pronto, ese estado de "flash back "en el que se había sumergido, fue quebrado por la voz de su tío que aún seguía aleteando en el aire. Unos nubarrones negros se venían apoderando del cielo con bastante prisa, así que decidió terminar con el asunto rematando su discurso con un:
- ... y así nos dejó Martiniano, mi queridísimo hermano, desobedeciendo normas básicas del tránsito que lo llevaron a su trágico final. En fin, vivió como le vino en gana y así terminó...

Despacio, Norman se fue alejando del grupo, hastiado, incómodo, sin ganas de estar un minuto más en ese lugar. Pateando piedras y pensamientos, se internó entre los arbustos, pisando casi rabiosamente la verde gramilla...
A un lado, se podía ver una cartel que advertía:
"NO PISAR EL CÉSPED"


Gaby*


y seguimos saltándonos las normas en lo de juliano el apóstata

26 comentarios:

  1. Es un agradable personaje, lástima conocerlo después de muerto. Pero dejó sus tan especiales enseñanzas a su hijo, que tal vez siga sus pasos.
    Su esposa lo quería con todas sus particularidades, tal vez por eso.

    ResponderEliminar
  2. Un claro ejemplo, de quien las cumple, de quien las salta, de quien hace su vida como puede. ¿Y quien puede juzgar a todos estos personajes? Seguramente y como lo muestra el texto, cada uno tiene su razón.
    La vida misma, difícil a veces...
    Que buena revuelta a varios temas Gaby.

    Un abrazo de domingo :)

    ResponderEliminar
  3. Nada como los ejemplos recibidos en la infancia y primera juventud para aprender... o desaprender. Bs.

    ResponderEliminar
  4. Cada cual que siga sus normas siempre que respete las normas del otro.
    El cartel de césped, resume todo, jejejeje.

    ResponderEliminar
  5. Atarse a alas normas ciegamente no es bueno, coarta la expresión y la creatividad, pero tampoco es bueno y justo pasarse por alto todo tipo de reglamentación y orden. No creo que sea posible vivir en absoluta anarquía, al menos no es posible si se pretende vivir en sociedad.

    Un relato que nos deja pensando, Gaby.

    un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Aplauso a esa forma de ser, siempre y cuando se viva solo.
    Todo conlleva repercusiones positivas o negativas.
    Muy bien expuesto bajo las normas de la escritura excelente. Besitos.

    ResponderEliminar
  7. Un texto delicioso, encantador, irreverente. Lo leo mientras desayuno.¿¿ Oye la lluvia vecina??? da ganas de irse con Normam, pateando charcos, masticando verdades y desvaríos, encontrando en la contradicción del ir y el devenir, lo que a cada uno le sirve.

    besos y buen domingo

    ResponderEliminar
  8. ¡si que te saliste de las normas Gaby! ¡saludos!

    ResponderEliminar
  9. el relato que he escrito esta semana fue el quinto poco más o menos. ninguno de los que escribí anteriormente me sabía a salido de mis entrañas. amén de que , cuando eso me sucede, suelo bifurcarme y no poner por escrito las ideas claras..bien, las ideas claras...la diafanibiliad que muestras en este escrito me encanta, la claridad, más, aun siendo lo mismo. me recuerdas en algunos episodios a mónica, la cual suele ser de muchos adjetivos, casi nunca puestos sin ton ni son. y eso es lo que he observado en ti, gaby, adjetivos bien colocados, usados, vamos...
    sabes, no creo que sea fácil escribir largamente, a mi experiencia me remito. y creo que tú has tenido mucha mucha soltura.
    medio beso.

    ResponderEliminar
  10. A veces es bueno saltarse las normas y ser uno mismo sin que nadie te diga lo que tienes que hacer. Una personalidad fuerte a veces es así.
    Un buen relato
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  11. Esta bien saltarse las normas, siempre que quien lo haga sea consciente de las consecuencias que acarrean sus actos y asuma las consecuencias. En ocasiones nos cuesta eso de "apechugar". Me gustó mucho la historia.

    ResponderEliminar
  12. Hay quien gusta de saltarse las normas tanto que se inventa sus propias normas de convivencia. Si le sale bien, perfecto, pero si no, siempre es un punto de discordia.
    no fue muy bueno el ejemplo a su hijo.
    Un beso

    ResponderEliminar
  13. Me gusta ese ir y venir del pensamiento de un tiempo a otro. Las normas de convivencia de cada familia las dictan ellos mismos, cada cual entenderá sus razones. Hay momentos de la vida en que romper una regla ayuda a sobrellevar la carga.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  14. Que relato Gaby!!! Los que cumplen las normas a pesar de su infelicidad, los que las rompen sin pararse a pensar en el daño que hacen, y ese final que declara que algo de todo eso se ha trasmitido.
    Estoy de acuerdo en romper ciertas normas, pero no así.
    Un beso enorme.

    ResponderEliminar
  15. jajajaja... muy excelente relato me ha gustado mucho

    ResponderEliminar
  16. Hola Gaby*!
    Saltándote las normas has escrito un relato brillante, pero muy alejado de tu modo habitual de escribir (y eso también implica un "salto a las normas").
    Beso!


    RoB

    ResponderEliminar
  17. Aja!, encontré como comentarte Gaby!, leí el anterior pero no encontraba donde y es que lo veo todo en negro, jajaja, el relato es estupendo, dicen que de tal palo tal astilla, pero me da que el hijo solo se ha permitido esa pequeña transgresión en honor a su difunto padre y es que en todo ha de haber cierta moderación, jejeje, miles de besosssssssssssssss

    ResponderEliminar
  18. La herencia de los padres a los hijos... no siempre son cosas buenas.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  19. Me ha gustado tu relato Gaby. Un coro de voces singulares, cada una con sus más y sus menos.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  20. Me ha encantado el espíritu libre del que siempre hizo gala el padre de Norman. No obstante, pienso que la libertad de accion debe quedar sometida ante la posibilidad de hacer daño a los demás. Mal ejemplo para su hijo al desaconsejarle seguir las pautas del profesor.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  21. Algo quedó en Norman (has elegido el nombre muy al hilo del tema) de su padre; pisando la hierba...

    Lo de la madre, es para analizar, pues como pudo consentir que su marido le faltase el respeto de esa manera.

    Bss.

    ResponderEliminar
  22. Un gusto tu relato Gaby, se deja leer como se dejan sentir cada uno de los personajes. No estaban hechas las normas para "Norman", Esta bien sentirse libre de reglas, pero no se vive solo, sino dentro de una sociedad y ello implica tener encuentra al vecino.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  23. Tu relato me lleva a recordar algo que observo. Hay quien se salta las normas, como el difunto, y se le respeta y aplaude, mientras que a otros no se les perdona un desliz. Nunca he entendido esa doble vara de medir, la sociedad encasilla a la gente en el papel de canalla u honrado.
    Besos, Gaby*.

    ResponderEliminar
  24. y ese pobre gurì que lo saltan el que se salta las normas y todos los demàs, ojalà aprenda cuando pisar el cesped de la sociedad, a propòsito de lo que dice Jwan arribita de mì.
    te ha salido una fotografìa de la sociedad, gaby con florcita!

    impecable.

    ResponderEliminar
  25. Perder a un padre siempre pide un instante de rebeldía o una vida, todo depende... buen chico no le dio replica a su tío, él mejor que nadie sabía como era su padre y seguramente se quedará con lo mejor.
    Que bien has cumplido la norma, da gusto leerte...
    Besos!!

    ResponderEliminar
  26. Saltarse las normas de cara, sin perjudicar a los que debes un respeto, hay normas y normas,contrasta con el nombre que le puso a su hijo "Norman" que también supo saltarse las normas de su padre al realizar el trabajo escolar. Hay que empezar por que existan normas en el ámbito familiar, en la educación, es mas fácil saltarse normas que cumplirlas, así que en este caso hubiera sido mejor que la enseñanza para Norman hubiera sido otra, ya que su propia libertad lo llevará a saltarse algunas y el debe ser quien decida cuales.
    Impecable tu escrito. Un beso.

    ResponderEliminar

Mis letras se entregan a tí...
Gracias por entregarme las tuyas!

pinceladas...

pinceladas...
y te recorro con tinta azul, cielo nocturno de mis profundas necesidades

sobrevuelo...