Le miro a la cara... su expresión es serena, no ha tenido grandes contratiempos pero tampoco ha sido del todo feliz. Es difícil que todo salga a gusto -pienso- buscando en dar primacía a las cosas buenas, a los detalles que a veces se nos pasan inadvertidos, pero que ahí están, dejando su tinte luminoso como una chispa de sol desprendida del cielo.
Ahora me mira a mí... Callado, sin decir lo que piensa. Seguro ha visto mis altibajos, mis instantes de euforia, mis quebradizas instancias de desasosiego.
Ambos nos dimos la mano y caminamos a lo largo y ancho de este terruño de tiempo. Ya casi, 365 días de comunión, de tersuras y asperezas.
Sobre mi mesa de luz, la memoriosa libreta que guarda en sus hojas aquellas cosas que contará, y las otras, la que mantendrá escritas con la tinta de los secretos. Recuerdos del 2013.
Lanzamos un suspiro que llena el aire de melancolía.
La vida pasa, los años se van... más otro ya está llegando con toda la disponibilidad horaria que espero, sepamos aprovechar -tanto sea para hacer una buena inversión de tiempo, como para dejarlo escapar sin darnos cuenta. Todo vale, mientras estemos bien y seamos constantes con nosotros mismos y nuestras luchas diarias por lo que queremos alcanzar.
Y bien... el aire se llena de olor a jazmines y a promesas. Suave resuena el latido de expectaciones y anhelos, y no es nada raro que los buenos deseos se renueven casi mágicamente dando volteretas en el aire.
Solo me queda decir, a todos los que me acompañaron durante este año: gracias por estar! y desearles un...
escribirnos,
sabernos,
conocernos...
y querernos!
MUCHAS FELICIDADES!
Gaby*