El sistro
Darío hacía el recorrido
nocturno como era su costumbre. El museo se hallaba en silencio.
Una luz muy tenue se posaba
sobre las vitrinas, las esculturas y todas las piezas de arte distribuidas en
las variadas salas temáticas… auténticos
retazos de la historia misma.
Nada de lo que allí había le impactaba demasiado,
tal vez, por convivir a diario con lo que cada sala ofrecía o porque ese cúmulo
de objetos que albergaba el lugar, se le antojaban cosas viejas y carentes de
importancia. Pero él era el cuidador, su obligación era permanecer atento y en
guardia. Hacía varios meses que había logrado ese empleo en el Museo de Historia del Arte y eso era un
orgullo.
Sacando las rondas
nocturnas, el resto de las horas las aprovechaba para internarse en las
historias fantásticas que acontecían en los cómics que leía. Esa era su
verdadera pasión. Posiblemente, su atracción por ese tipo de historias, lo
llevaba a trasponer la realidad y asumir, en ocasiones, el rol de superhéroe.
Darío, recorría la sala de
la Prehistoria como si de un cavernícola heroico se tratase. Las pétreas
paredes que simulaban las de la cueva Altamira, le otorgaban al ambiente un
aire extraído del tiempo, eras en retroceso… a las que él, solo él, podía
llegar.
Estaba en ese trayecto,
entre figurillas de piedras y rústicas herramientas de la época, cuando un
sonido llamó su atención… Provenía del Antiguo Egipto, una de las zonas que más
le inquietaban del museo debido a la sala especialmente adecuada para la momia
Eso Eris, también conocida como la Gran Isis. Esos datos los había leído en los
carteles explicativos para el público, de hecho, era lo que más le había atraído desde el día que
ingresó al lugar.
Afinó el oído… el silencio
volvía a dominar, más solo por unos breves segundos. El sonido se repetía una
vez más, rítmico, como un llamado musical.
Se detuvo en seco. Sobre un
pedestal se encontraba la reconstrucción del rostro de Eso Eris. Así se suponía
que habría sido ella, una sacerdotisa de unos veinte a veinticinco años de edad
al momento de su muerte, adoradora y practicante del culto a la diosa Hathor,
madre de las madres, encarnación del amor, la dicha, la danza y la música.
La contempló con algo más de
detenimiento que el habitual. Trató de transportar mentalmente ese rostro al de
la momia que se hallaba en el sarcófago de vidrio. Le costaba relacionar uno
con otro…
El sonido volvió a
reiterarse una vez más… como una sonaja insistente que empezaba a perturbarle.
Lentamente, tratando de
llenar sus pulmones con aire de heroicidad, decidió entrar a la “sala
mortuoria”, una recreación de la capilla de Hathor en Deir el Bahari.
Allí se
encontraba su cuerpo, dentro de una vitrina especial para su conservación. Mantenía
los vendajes solo en su parte derecha, la otra mitad, se hallaba al desnudo,
puro hueso y pellejo reseco. Su rostro, parecía de piedra, con la boca abierta y
mostrando la dentadura.
Un escalofrío corrió por su espalda. Darío se daba
cuenta que por más que apelara a todos los superhéroes habidos y por haber,
algo que venía de una dimensión desconocida, estaba apoderándose de él, algo
contra lo cual no podía luchar.
Aquella musiquita provocada
por una especie de sonaja, iba cobrando potencia, dejando su intermitencia para
transformarse en una continua sonoridad que parecía querer dominar su cerebro.
Apabullado, confuso, contempló el decorado de las paredes, el sarcófago
construido en madera del África tropical apoyado de pie, a un lado de la sala…
Sudaba frío, transpiraba miedo, un miedo inexplicable. Cierto aroma envolvente
comenzó a abrazarle. Olía a incienso de mirra… en tanto una nube de humo se
escurría a su alrededor.
Sin más reacción que la que
le permitía el susto que sentía, salió disparado a toda velocidad… ni Flash hubiera superado su rapidez.
Con toda prisa, atravesó el
El Antiguo Egipto, la Mesopotamia, Grecia, Roma… y todas las colecciones
habidas, como si realmente fuera capaz de atravesar el tiempo cual ráfaga.
En tanto el sonido se
disipaba entre tantas reliquias, un extraño objeto descansaba en el suelo: un
sistro, antiguo instrumento musical sagrado, utilizado en ceremonias dedicadas a la diosa Hathor en el
Antiguo Egipto…
* Nota: Desde niña sentí fascinación e interés por la cultura egipcia, así que este, es un relato que no pretende más que recrearse desde esa atracción ejercida por lo enigmáticas y misteriosas que pueden resultar las costumbres y creencias de un pasado lejano.
Eso Eris, fue en verdad una sacerdotisa cuya momia se encuentra en el Museo de Historia del Arte de Montevideo, por lo que los principales datos acerca de ella, en los que basé el relato, así como las imágenes que aquí comparto son reales y tomadas de la página de dicho museo.
El resto... es pura ficción... o no?
Más relatos se suman a esta propuesta halloblogweenera en lo de Teresa
además de ameno, lúdico
ResponderEliminarme gustó
saludos
Debajo de las vendas de esta momia se esconden una gran cantidad de historias, algunas tan milenarias como ella y otras mucho más actuales, que transcurren hoy en día en el interior del museo.
ResponderEliminarBravo Gaby por este relato informativo, captivo y terrofiante. Casi me pongo a correr con Dario de susto
Un beso
Isa
Es curioso que de una sacerdotisa, cuyo rostro fue hermoso, haya surgido el terror. ¿Es posible que haya sido mal interpretada? Tal vez quería seducir al guardia, Después de todo, era la sacerdotisa de una diosa del amor. Aunque eso también puede ser inquietante.
ResponderEliminarÚnico detalle: queda mejor si el heroe aludido sea The Flash, con poder de ser rápido, en lugar de Flash Gordon.
Tenía mis dudas al respecto, si bien busqué en internet. Pero tomo tu sugerencia y corrijo, dado que eres un gran sabedor de cómics!
EliminarGracias por el dato!
ahhhhhhhhhhhhh...Gaby! ha sido un placer leer tu relato, realmente me atrapó. lograste armar con coherencia y fuerza expresiva tanto la situación, las características del personaje como la ambientación, perfectamente ilustrada con tan cuidada selección de imágenes. lo que más me gusta es que nada queda explícito, sino más bien sugerido, esperando que cada lector arme a gusto su personal interpretación de lo que sucedió. Muy bueno!
ResponderEliminar=)
Gaby, un impresionante relato, que nos sobrecoge...Muy bien llevado y contado, amiga...Mi felicitación y mi abrazo por el realismo y el misterio, que le has aportado. Feliz fin de semana, amiga.
ResponderEliminarM.Jesús
además del relato me gustó tu entusiasmo por hacerlo según lo percibo amiga Gaby...
ResponderEliminarRealmente chulísimo, y sobre todo porque me encanta la egiptología, hasta tengo un Master en egiptología, y leer sobre "mi civilización".... aumentan en grado sumo que me guste.
ResponderEliminarOriginal y con esa mezcla de cosquillas en la barriga, miedo del bueno.
Un beso
Un muy bien hilado relato, pleno de conocimientos y y con una prosa brillante que arrastra al lector hasta un final lógico y no por ello menos inquietante.
ResponderEliminarEs tan real que parece vivido.
un abrazo.
La pasión de tu protagonista por los superhéroes, y sentirse como tal, pudo o no haberlo llevado a descubrir algo interesante, de no haber escapado a toda velocidad. !Una trama y un museo muy terrorifico,Gaby!
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Besos
Has hilado fino tus letras porque el relato es entretenido, cultural y armonioso.
ResponderEliminarA mí también siempre me ha fascinado todo lo que tenga que ver con la cultura egipcia.
Buen fin de semana.
Buenísimo Gaby, pero... si la momia se quita las vendas pueden aparecer historias terroríficas escritas en ellas. me ha gustado mucho y muy propio para estos días. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.
ResponderEliminar@Pepe_Lasala
Muy muy inquietante. La verdad es que no me gustaría estar en la piel de un vigilante nocturno de un museo, y menos de estas características, me impone mucho respeto. Me ha encantado, y me ha parecido muy instructivo, además, las fotos que acompañan al texto lo terminan de redondear. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encantó este paseo por el museo a través de tu historia y todos los datos que nos vas regalando a medida que avanza.
ResponderEliminarAl final ningún super héroe pudo hacer que se le pasara el pavor al muchacho que se dejó llevar por su espíritu fantasioso. Y nada mejor que el poder de la imaginación para crear situaciones como éstas.
Un besote!!!
¡Pues no se han hecho pelis de terror ambientadas en ciertas dependencias de museos!, parece que es un filón hacia lo desconocido, es más, no sólo hacia el terror sino hacia cualquier otra temática fantástica, incluidas puertas dimensionales y viajes en el tiempo, amén de reencarnaciones variadas.
ResponderEliminarLe comentaba a San que el género me puede. Entiéndeme, a ciertas edades no es ya porque te vas a la cama y te hartas de mirar debajo de ella por si los monstruos y/o momias, jajajajajaja...simplemente es que no me atrae en absoluto eso del ¡¡¡¡Uh!!!! literario o en cine. Sin embargo, justo es decir lo que también le comenté a San, que por cierto NO ES POR DECIR Y CUBRIR EL EXPEDIENTE...me quedo con la agilidad y el buen hacer en la composición estilística de tu relato, más allá del tema tratado.
Y también, se agradecen, en relatos como los vuestros, el evitar imágenes que, ciertamente, son bien propias de auténticos desequilibrados. Chapeau por vuestros relatos también en este sentido.
Un besazo!!!
Escalofriante. Desde que se rodó "Noche en el museo" había perdido ese sentimiento de magia y misterio perturbador que siempre me inspiraron los museos. Gracias a ti, ya puedo volver al MARQ para recomponer aventuras emocionantes. Te felicito porque manejas muy bien la pluma.
ResponderEliminarHasta la próxima.
Al margen de lo terrorífico de la historia, se nota la pasión de la autora por la civilización Egipcia. Me ha sobrecogido. Muy buen relato.
ResponderEliminarBesines!
Lala
Ha sido todo un placer haber pasado por aquí. Con este texto consigue, además de entretener, angustiar, enseñar llevándonos a un viaje a uno de esos lugares de culto como son los museos. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo
Bueno Gaby*, qué sorpresa de relato!! compartimos fascinación por el antiguo Egipto!!
ResponderEliminarTu historia es impresionante y qué bien contada, me ha encantado!
Un placer leerte, besos!!
Me has transportado a ese museo, he paseado por sus salas a la vez que se me erizaba el vello, se ha colado la música en mis huesos....he huido mas a prisa que el guarda...he tropezado con el sistro... uffffff por fin a salvo.
ResponderEliminarUn besazo
A mi también me gusta mucho el antiguo Egipto, y tu relato está muy bien recreado y ambientado en el museo...y el final es muy inquietante pero el guardia...menudo guardia de pacotilla ja,ja, salió corriendo "como alma que lleva el diablo", claro que si soy yo tampoco me hubiera quedado!
ResponderEliminarBesos!
Con la narración de tu relato consigues captar la atención del lector hasta el final. Muy bien documentado.
ResponderEliminarUna historia muy buena.
Saludos Gaby!
La tensión mantenida hasta el final. Logradísimo Gaby, insinuar sin mostrar, todo un arte. He disfrutado y aprendido ¿se puede pedir más?
ResponderEliminarBesos, muchos.
Muy buena historia pero si te digo la verdad yo soy muy miedica y andaba sobrecogida.
ResponderEliminarBesos
Me encanta tu momia, tan bien conservada ella, y con ganas de jugar. No cabe duda que son personajes que producen escalofríos.
ResponderEliminarGracias por participar en el Halloblogween.
Hola Gaby*!
ResponderEliminarVuelvo a dejar mi comentario, porque parece que el anterior no llegó...
Alguna vez hemos hablado de tu fascinación por el antiguo Egipto, su cultura y sus misterios.
El relato, genial, impecable como siempre, tienes la destreza para ir creando un clima que atrapa al lector.
Besos húmedos!!!
RoB
Hola Gaby,
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato por su intensidad y misterio. Y porque no suceden hechos imposibles. No creo que haya vigilante que no haya escuchado algo raro en un museo. La cultura egipcia también me fascina.
Un abrazo.