semana 14
una palabra
JARDÍN
Retozo sobre la tierra húmeda. Ella me espera con sus bocas abiertas como si fueran besos de la naturaleza.
Se abre en hoyos, generosa, capaz de brindar cobijo a mis razones, razones que darán color y vida, prodigando, al echar raíces, seguridad y firmeza a la siembra...
Y siembro...
Una fina lluvia de semillas se escapa de mis bolsillos o se filtra entre mis manos que las atrapan como al descuido, y lentamente, veo asomar vegetales de tallos enhiestos que enseñan su veracidad escrita con tinta de savia sobre sus hojas. Verdes y frescas, se dejan acariciar por la brisa.
La brisa murmura... se inventa su propio cuento.
Una fina lluvia de semillas se escapa de mis bolsillos o se filtra entre mis manos que las atrapan como al descuido, y lentamente, veo asomar vegetales de tallos enhiestos que enseñan su veracidad escrita con tinta de savia sobre sus hojas. Verdes y frescas, se dejan acariciar por la brisa.
La brisa murmura... se inventa su propio cuento.
Luego vendrán las flores, lo sé, y beberán la luz e impregnarán el aire con aroma embriagador.
Lucirán sus pétalos desnudos y sin vergüenzas, capullos sensuales, pistilos eróticos, polen fecundador de promesas.
El ansia me empuja a desear sus frutos. Anhelo su pulpa dulce para saborearla despacio y dejarla remolonear sobre mi lengua.
Y será éste, el jardín de mis cerezos... de las manzanas prohibidas y los pecados dispuestos.
Naranjales, limoneros, dulzores y jugos capaces de saciar anhelos.
Brote y rebrote. Sensación placentera invadiéndome con olores que poblarán la memoria.
Camino surcando este espacio personal, íntimo como un sueño.
Me abraza la noche, y aún así, recorro mi jardín de los secretos.
Bajo la frondosa cabellera de un sauce que llora, recito todos mis consuelos y desconsuelos,
con los pies en el suelo y el alma en vuelo...