jueves, junio 11, 2015

Jueves pecaminoso...

Siguiendo a Charo en su propuesta juevera.
El tema en esta ocasión son LOS SIETE PECADOS CAPITALES.




Mi aporte tiene como ingredientes GULA Y LUJURIA

Aquel huesito de pata de pollo giraba entre los dedos aceitosos de Magela, en tanto con los dientes lo escarbaba para asegurarse que no le quedara adherido ni un trozo de carne. Mientras se empeñaba en tal labor, devoraba con su mirada al joven que frente a ella cenaba con calma y buenos modales. Una mezcla de sensaciones la invadían… 
Su apetito incontrolable se veía atendido, en tanto otro apetito se le despertaba… Quería comérselo, clavarle el diente. Se le hacía agua la boca de solo pensar en lo sabroso de esos labios carnosos, en la dulzura de esos ojos caramelo cubriendo de miradas su rollizo y prometedor cuerpo.
Tomando otra pata de ave de la fuente le dirigió una mirada incisiva al hombre, provocándolo y dándole a entender que no había un solo manjar en esa mesa. Se relamió con ansias y le lanzó un guiño.
Para la hora de los postres, ya todo se daba por entendido. Aquella mujer era dueña de un apetito insaciable. Había comido y bebido de manera voraz, y aunque henchida de sabores, aún tenía deseos de darle una probadita al comensal. 
Bastaron unos gestos silenciosos de complicidad, para que ambos partieran, a comerse la noche.
En aquella habitación transcurrió una de las veladas menos esperadas… al menos para aquel hombre, que se vio arrollado por la energía avasallante de Magela.
En poco tiempo, mordisqueó sus orejas, despellejó su rostro, le pegó cientos de dentelladas a sus muslos, lo devoró casi por completo, dejando para el final su miembro, el que engulló con la mayor de las satisfacciones.
Amanecía, cuando ella con sigilo abandonó aquel cuarto, no sin antes emitir un estruendoso sonido.
-Buen provecho! –pensó para sus adentros- dejando sobre la cama, los restos del suculento menú del que había gozado.



Agradezco a Jime (Loquita Diplomada) por la composición que realizó en base a este relato

Encontrarán más pecados y pecadores en ¿Quieres que te cuente?

viernes, junio 05, 2015

Jueves de relato

Después de un tiempo de ausencia, retomo con la propuesta juevera, que esta vez viene de la mano de mi amiga y socia Tere.

NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE


Eulalia había sido citada por el notario de doña Filomena Carcamundi, su recientemente fallecida patrona. En principio, el llamado le había sorprendido, pues dudaba que aquella mujer tacaña, le hubiera tenido en cuenta en su testamento, sin embargo, pensando en la solitaria realidad que le había acompañado en sus últimos años, no parecía tan extraño que se hubiera acordado de ella, mas si se tomaba en cuenta que sus únicos familiares brillaban por su ausencia.
Toda la atención necesaria se la había prodigado ella, aunque a veces a su pesar, porque la anciana era francamente insoportable.
Vivió haciendo alarde de una vida de riquezas, de joyas, de fiestas, de apasionados galanes, de apellidos rimbombantes y amistades de alta alcurnia y en más de una ocasión, Eulalia acalló sus reiteradas y extensas historias, con algún somnífero que como al descuido dejó escurrir en su taza de té, cuando no, algunas gotas de laxante. Pero al fin tendría su reconocimiento, después de días, meses y años de aguantarla.
Su encuentro con el notario fue breve. El hombre le entregó en mano un estuche aterciopelado, el que ella abrió con ansias irresistibles… Y allí estaba… la gargantilla más adorada de Filomena, la que era de oro rojo con engarces de piedras muy valiosas, la que más de una vez lució en salones, para envidia de unas cuantas “pelagatos” –como ella les llamaba a ciertas mujeres que consideraba “fáciles damiselas cazafortunas”. Ella era otra cosa -le decía- ni comparación. Su cultura, su elegancia, su posición social, todo, de una fineza destacada. Eulalia tenía sus dudas ante tanta palabreja y autoalabanza, pero aquella gargantilla era de una belleza extraordinaria.
Al fin de cuentas, la vieja dejó asomar un poco de humanidad, cosa que agradecía, pues  esperaba obtener un buen dinero por la joya, con el que saldaría deudas y cumpliría algún sueño.
Embargada de emoción pidió le recomendaran  un joyero confiable para que se la evaluase, y tomando todas las precauciones necesarias por temor a ser robada, allá se dirigió.
Le bastó una simple mirada del joyero para entender que la pieza carecía de valor y que era más falsa que todas las sonrisas y elogios que le había dedicado a su patrona durante tanto tiempo…


Más brillos engañosos en PUNTOSUSPENSIVOS

pinceladas...

pinceladas...
y te recorro con tinta azul, cielo nocturno de mis profundas necesidades

sobrevuelo...