Acompañando a SINDEL |
una palabra
amanecer
Amanece. La soledad despierta en mi cama. El miedo acecha en la penumbra y el vacío se convierte en silencio.
Qué puedo pedirle al día que llega, que no haya pedido ya a los tantos transcurridos desde sus horas embrionarias?
Qué vuelos? Qué alas para salir volando y escapar por la ventana?
Me abrazo a un amor sin cuerpo, me hundo en una boca sin besos.
Un diáfano albor busca una rendija en mi ventana, teme no encontrarme en ningún sueño y escarba con sus uñas entre las sábanas. Pero yo dormito en las entrañas, en el útero húmedo de mis ausencias, como un ovillo de deseos que palpitan despacio, muy quedo, con la voz suplicante de un rezo...
Pronuncio una a una las letras del silencio.
Otro amanecer...
Aún te espero.