Horas sin fin.
La eternidad abraza su cuerpo. Ella no tiene noción del tiempo, solo se sabe enclaustrada en una áurea caricia permanente que signó su destino.
Su memoria corre por pasajes infinitos, y así será siempre.
Ante sus ojos quietos, sembrados de azules burbujas, se asoma la mirada febril de aquel hombre sudoroso y enfervorizado por una mística inspiración. Sus manos y cinceles, y toda su apasionada entrega los puso en ella. La dotó de forma y de ese encanto que tanto cautivó a quienes la contemplaban. Pero lo que fue su don más preciado, fue también su condena.
La codicia de algunos hombres y la valorización que se hizo de ella, fue más allá de la técnica del artesano o la suavidad de sus curvas o el reflejo vítreo de sus ojos.
Ladrones y bucaneros embelesados por el baño de oro que cubría su cuerpo, la llevaron a vagar de mano en mano. Se sintió ultrajada por tanto manoseo y deseo codicioso, hasta que aquel Barón De La Notte se hizo definitivamente de ella.
La observaba largas horas con lascivia y estupor, tratando de equilibrar en su mente su belleza con el valor material que poseía.
Cierto día se embarcó en su nave, dispuesto a atravesar océanos y recalar en nuevas tierras, siempre llevándola consigo, mas quiso la suerte que una noche de oleaje tempestivo la embarcación se hundiera lentamente sin posibilidad de salvación.
Y es allí, en las profundidades más secretas que ella yace, lejos al fin de ambiciones desmedidas, envuelta en arena húmeda y custodiada por cardúmenes de peces.
Dentro de su hierático su cuerpo, late su ruego interminable, de que nunca, nadie más, vaya por ella...
más afiebrados por el oro en lo de Juan Carlos
O sobre los sentimientos de una escultura. Ya pensaba yo que en el fondo del mar, hacía el amor con su admirador.
ResponderEliminarUn beso
muy bueno tu relato, pero INCREIBLE TU PINTURA
ResponderEliminarQué bonito! Una sirena solitaria y agradecida de haber dejado atrás la avaricia de los hombres que no veían en ella más allá del valor material.
ResponderEliminarMuchas veces me gustaría perderme en las profundidades.
Un beso.
Comprendo que prefiriera el fondo del mar y la mirada sorprendida de los peces, frente a "tanto deseo codicioso".
ResponderEliminarBesos!
Y fue motivo de avaricia, deseo de ambición, pasó de mano en mano, usada, apropiada. Pero por fin encontró la paz.
ResponderEliminarHermoso relato Gaby.
Besos dorados :)
Trágico final, aunque no se sabe si el otro final hubiese sido peor.
ResponderEliminarUna historia preciosa de arte, belleza, deseos y codicia. Culmina en una espera eterna, allá en el mar, en lo profundo, aguardando ella, esperando quién sabe qué...
ResponderEliminarUn abrazo juevero, Gaby!
=)
Muy buena historia Gaby, como para encontrarle una analogía con la búsqueda de libertad de la "mujer de oro" si es que te entendí bien. ¡Muchos saludos!
ResponderEliminarAy si los objetos pudieran hablar... nos ibamos a sorprender escuchándolos.
ResponderEliminarBien por ella, fuera del alcance de manos avariciosas.
Bss.
te puedo prometer que ni mi perra, sandi, que está raramente, eso también te lo digo, medio adormilada en mi cama, ni yo, iremos a por tal estaatua. pero también te digo que he seguido la historia de un artilugio del siglo uno antes de cristo hundido en la costa sur de grecia y que por casualidad fue devuelta a los ojos de los humanos 2000 años desppués. ello es indicativo de que la estatua esa...uy, que no las tenga todas consigo...
ResponderEliminarmedio beso.
me voy a preparar la comida.
destino de mujer por otra parte.
ResponderEliminarsingular relato, sin dudas!
un beso
Preciosa historia Gaby*
ResponderEliminarNada que agregar.
Es toda una obra completa la tuya.
Un abrazo :)
No es de extrañas que no quiera ser encontrada, demasiado ojos, demasiadas manos...
ResponderEliminarUna pintura preciosa al igual que el texto Gaby.
Un abrazo.
Nadie se fijó en ella, aunque fuera una escultura, para ver más alla de su capa de oro. MUY bonit a la hiatoria.
ResponderEliminarUn abrzo.
Qué bonita historia, me ha encantado. Un beso
ResponderEliminarBelleza femenina y riqueza aunadas en ella, que aúna deseo de posesión y ambición. Seguro que en el fondo del mar es más libre.
ResponderEliminarBuen y original relato. Me gusta el dibujo.
Besos.
Mejor valorada estará, en las profundidades marinas, que en la superficie terrestre, donde estará expuesta a la crueldad de los hombres.
ResponderEliminarMuy bien escrito
Un abrazo
A mi las sirenas siempre me han dado sensacion de soledad.Incluso bañadas en oro... Un beso.
ResponderEliminarCoincido con nuestro amigo Gustavo. La curiosidad, las ansias de explorar del hombre son tan enormes que no respeta ni el fondo de los Oceanos. Que disfrute tu estatua de la paz que la rodea, porque tarde o temprano la verá turbada sin remedio.
ResponderEliminarHermosa historia y precioso dibujo, Gaby.
Un fuerte abrazo.
Que buena historia. Me hubiera gustado escribirla. Es comprensible la codicia que despierta, que alguien la quiera para mirarla. Lo que no comprendo es como no se siente sola en el fondo del mar.
ResponderEliminarte dejé un regalito en mi blog, espero que te guste, besitos.
ResponderEliminarTu hermoso relato,Gaby es como cuento de hadas casi, y tu increíble pintura es... como la liberación (o rescate) de la belleza de un pozo oscuro. Me gustó mucho.
ResponderEliminarBesitos de primavera
Nos vas llevando por un camino sinuoso hasta desembocar en las profundidades del mar. Por un momento oí a Mercedes Sosa y su Alfonsina, y me gusta pensar que duerme allí, en paz, tranquila y felíz de no ser objeto de codicia.
ResponderEliminarAcompañas con una imagen bella, un bello sueño.
Un fuerte abrazo, vecina!
Que bien manejas las palabras,parece que pintas con ellas. Besote
ResponderEliminarComo tantas veces pasa, valoraban el material del que estaba hecha sin pararse a buscar en su interior, sin preguntar, sin escuchar...
ResponderEliminarUn beso
Que duerma tranquila mecida por las aguas y abrazada por las algas la bella de oro, así la pintas y me fascinas.
ResponderEliminarSu auténtica belleza eran las formas que el artista amoroso le cinceló, no el oro que la cubría, pero a muchos les atrajo el metal más que la forma, así es casi siempre. Descanse en paz la hermosa convertida en sirena áurea.
Besitos contentos por leerte y por ver tus espléndidos dibujos. Tardé porque estaba hasta ayer contemplando el oro puro del sol napolitano.