Historias al vientooooooo....
El viento afuera practica el desorden.
Lo remueve todo... Se enreda en los árboles, arrastra negros nubarrones despistándolos de su ruta. Levanta polvareda hasta hacerla un remolino que se cuela por las grietas, del tiempo y la memoria.
De pronto, la noche vela el desvelo de un sueño que arrecia con insistencia. Tus pasos son la compañía del consuelo. Vienen a romper su culpa trayendo explicaciones que suenan como gemidos.
Apenas los escucho porque duelen. Duelen en los oídos, como un torbellino de aire que zumba y zumba. Empañan el recuerdo, aunque se empeñan, en darle sabor dulce a la amargura. Es que ella sigue aquí, en los labios, lamiendo besos mentirosos.
No hay duda... Te trajo el viento para inquietarme.
Enciendo la luz. Te difuminas al instante. Tan material y resistente parecías... pero eres etéreo, un soplido que se aleja...
Solo queda el viento afuera, insistente, con su furia incontrolable.
Esta noche he decidido atrincherarme entre la suave y tibia textura de mis cobijas.
Y el viento no se calma y...
lleva y trae...
trae y lleva ...
Gaby*
Y sigue el viento llevando y trayendo historias en lo de Juan Carlos
El fuerte viento produce monstruos en nuestra imaginación.
ResponderEliminarel viento a veces nos trae compañías inesperadas. El tema es que no causen dolor. Me he sentido identificada entre vientos...
ResponderEliminarEl viento influye en nuestra imaginación. Eso lo conozco.
ResponderEliminarA veces es mejor que se lleve mas de lo que trae. Lindo, muy!
ResponderEliminarLa noche, la soledad y los recuerdos, una conjunción que puede ser dolorosa. Esos zumbidos desveladores.
ResponderEliminarBesos sinceros.
Leonor.
El viento remueve, no puede estarse quieto, nos lleva ventoleras con recuerdos, nos levanta la pena, nos desnuda el alma, pero se aquietará y la brisa suave soplando serenará el ánimo y borrará el fantasma.
ResponderEliminarQue así sea, besito con soplo amable.
¡Que fortuna tener cobijas donde resguardarse! No todo el mundo las tiene. Bss.
ResponderEliminarEl viento trajo una ilusión que parecía real pero se desvaneció. Lo entiendo.
ResponderEliminar¿por qué será que solemos emparentar el paso del viento con la llegada de nuestros recuerdos más añorados?
ResponderEliminarHermoso relato. Preciosa imagen!
=)
Tristeza, pero al final calor. Muy bueno.Un beso.
ResponderEliminarMuy buen relato amiga pero la verdad un poco triste, quizás lleno de soledad y nostalgia
ResponderEliminarUn mal recuerdo que viene a inquietarnos en noches de vigilia. Nada que un golpe de interruptor no consiga disipar mientras el viento sigue soplando con insistencia machacona.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando el viento viene solo a desordenarnos la vida,lo mejor es cerrar todas las puertas y atrincherarse bajo los sueños.
ResponderEliminarUn beso
para comentarios "raros" los míos. y como muestra, este comentario de hoy:
ResponderEliminarte remito al comentario que le he hecho a san.
y es que ese mismo vale para este texto tuyo.
no pienso decir nada más.
beso entero también.
El viento, que en la oscuridad y el silencio de la noche nos asusta y nos trae nuestros miedos a flor de piel; aunque igual que vienen se van.
ResponderEliminarUn abrazo
Hay vientos que traen cosas que nos hacen mal, recuerdos inoportunos, es mejor prender la luz y cobijarnos para que se vayan de una vez.
ResponderEliminarUn beso.
El viento nos trae y nos lleva como las olas y nos hace soñar...
ResponderEliminarEl viento lo trajo y se fue con el viento...
Besitos!!
Necesitamos ese viento desordenado, a veces reticente pero siempre facilitando la ensoñación de la mano del recuerdo. Precioso que este viento tuyo, me revuelva y enrede el flequillo :))
ResponderEliminarun abrazo
Vientos que traen y llevan, entiendo, recuerdos.
ResponderEliminarMe encantó, especialmente esas cobijas usadas a modo de trinchera.
Besos
Bonito texto, con el viento que toma figura en la noche y se diluye en el día, pero que siempre acosa o acaricia.
ResponderEliminarBesos
Y de repente llega un día en el que no sólo es portador de voces lejanas si no también fantasma del pasado.
ResponderEliminarY va y viene la vida.
EL recuerdo y el miedo son paralizantes.Llamemos al viento para que se los lleven al desierto.
Precioso ,amiguca.
Vengo de paso,pero gracias!!
No os olvido,solo es temporal
Besucos
Gó
Hola Gaby*!
ResponderEliminarNo hay vientos que logren borrar besos mentirosos, ni disipar la consecuente amargura... Por eso siempre es mejor actuar honestamente y con la verdad como eje en cada una de nuestras acciones, total al final todo se sabe, siempre...
Hermoso texto, con un dejo de angustia, que busca cobijo en la calidez de tu cama...
Besos!
RoB
Por qué se empeñará el recuerdo con volver? por qué no dejar que lo bueno vaya ganando terreno? por qué el viento, nos remueve el alma como las hojas de la calle?
ResponderEliminarPOR QUE ESCRIBES TAN BIEN DE LAS COSAS MÁS SIMPLES Y NATURALES? ;)
Es tu naturaleza, lo se, como la del viento que arremete con todo.
un fuerte beso
El viento y sus connotaciones, ese silbido que nos encoje... y otras veces se hace protagonista de recuerdos añorados...
ResponderEliminarMe gustó este llleva y trae ... y su calma
Besos!!!
Poesía del viento y sus diabluras. Me encanta la imagen.
ResponderEliminarUn abrazo!
El viente de dentro y el de fuera. Me gusta especialmente ese final: "Esta noche he decidido atrincherarme entre la suave y tibia textura de mis cobijas". Un beso.
ResponderEliminarNació libre y desnudo, como todos nacemos.
ResponderEliminarEn su infancia, alegre y juguetón, se divertía con cualquier cosa.
Soplando las brasas, se avivaba el fuego y las llamas pelirrojas -como tú- lo envolvían con el dulce contoneo de sus imaginarias caderas bailando si poder parar.
Acercándose a las nubes, las hacía correr entre los azules de universo. Dibujaba mil formas diferentes de recuerdos: dragones cabalgando sobre alfombras voladoras, sonrisas variopintas, pintadas sobre caras de escarolas o escarabajos glotones paseando lentamente el brillo de su negrura. Largas cabelleras, deshilachadas, ondeando como banderas sin mástil a su libre albedrío coronaban los cuerpos más esbeltos…
Pero llegó la madurez y se vino a la ciudad.
El pobre, no se hacía al nuevo entorno.
Se golpeaba con las farolas, con los semáforos, con las esquinas de los altos edificios y las chimeneas de las fábricas...
Tantos golpes le provocaron feas heridas que desfiguraron su cara y su cuerpo.
Tanto tanto, que al final, al mirarse en los espejos de los ríos, se veía todo un fantoche, herido, deforme y feo.
Quizás, por eso, decidió hacerse invisible para que nadie pueda ver su cuerpo maltrecho.
Ahora que nadie puede verlo, nuevamente, goza de su desnudez y de su libertad, como cuando era niño... ¡Ay, la niñez! ¿Volvemos?, ¿vienes?