propuesta de Leonor desde su blog "Mi blog de fotos"
Como un punto instalado en la frente,
perpetuo e insistente:
el mismo pensamiento.
Es un ojo,
que solo divisa
su verdad consecuente
con ciclopea mirada.
Signo de resistencia
que obliga a la permanencia
manteniendo firme una idea.
Es su única razón,
la que se vierte
la que se vierte
desde su mente al corazón
y se instala
como inmutable centro de fe....
Caminaba, manteniendo el ritmo. A paso constante y con la mirada fija en un punto distante.
Siempre la veía, en todas partes, aunque fuera tan solo el perfil de una sombra difusa.
Su imagen tenía latido, una vida propia, un rumbo indefinido al que necesitaba llegar.
Solo eso. Su cabeza se rendía, sus ojos se apropiaban del entorno, sus manos la anhelaban y el sueño le anunciaba que era ella... siempre ella, su sumisa musa, la esquiva... Esperaba que lo salvara de su oscura y frustrante impotencia por querer plasmar todo aquello que en palabras no podía.
Sequía de escritor
Mientras no la encontrara, seguiría andando incansable, partiendo su vida en una obsesiva búsqueda y desperdigando al andar, copos de blanco papel...
Gaby ha merecido la pena esperarte, una maravilla de relato y poema. La sequía del escritor, cuántos malos ratos pasamos cuando las musas juegan con nosotros al escondite.
ResponderEliminarUn beso.
Lo mejor es no perseguir a las musas. Lo mejor es ponerse a trabajar; las musas , cuando llegan no toleran verte desocupado.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Ay esa musa! que más de una vez nos abandona, y la tenemos que buscar con insistencia como tu escritor; pero es malo obsesionarse, se puede asustar, darse de baja y no volver a aparecer.
ResponderEliminarMuy acorde tu relato, y muy original la puesta en escena entre verso y poesía.
Un abrazo
No soy ajeno a algunas obsesiones que algunos plantean. Esta no es la obsesión. He sembrado esos copos de papel, ya no tan blancos, sino con tachaduras de lapicera.
ResponderEliminarAl menos esa obsesión es productiva, impulsora de los mejores esfuerzos para hacer palpable su espíritu creativa. Vale mantenerla viva!
ResponderEliminar=)
No importa que sea viernes, tu aporte de juevera mantiene en alto tu estilo y frescura, Gaby!
Besitos
=)
Qué belleza de relato, ninguna obsesión es buena.
ResponderEliminarUn beso.
La musa es el centro de inspiración y creación de todo escritor. Y ese amor, apasionado y desmedido, no tarda en convertirse en obsesión. Encantador relato, Gaby. Hermosa imagen.
ResponderEliminarUn beso
Obsesionarse con las musas no es bueno Gaby, lo mejor es dejarlas reposar y cuando ellas quieran dejarlas hablar. El resultado como puedo comprobar, buenísimo. Enhorabuena. Un fuerte abrazo y buen fin de semana amiga. @Pepe_Lasala
ResponderEliminarEllas solas llegan cuando sienten la necesidad de expresar un sentimiento
ResponderEliminarAbrazos
Cuando llenar una hoja en blanco se transforma en obsesión, muy buen relato.
ResponderEliminarAplausos de pie para esta entrada! El poema es maravilloso, la descripción poética de obsesión más real que leí en mi vida. En cuánto al texto siguiente, me hizo acordar a mí, mi musa se ha ido hace días, y ando buscando su destino, pero eso sí, sin tanta obsesión. Sino creo que es peor, ya que no te relajas nunca y menos llegan las ideas.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Genial texto, un verdadero paseo por todo él. Esta vez la alcanzaste con la mano y la llevaste al papel.
ResponderEliminarBesos
Las musas son caprichosas y juegan a escaparse llegando a jugar con nuestros nervios.
ResponderEliminarLo pero para un escritor perder su Musa, y aún peor ir tras ella. Ahí se convierte en obsesión y ella se desvanece aún más.
ResponderEliminarMuy bien relatado.
Un beso
Pocas cosas hay tan traumatizantes y obsesivas como el temido papel en blanco, aunque sea el del papel virtual de un documento word. Escribir y borrar una y otra vez viendo que la inspiración no llega es frustante.
ResponderEliminarLo has trasmitido muy bien Gaby. Supongo que en tu doble faceta de escritora e ilustradora sabrás bien de lo que hablas.
Pero, ¡que satisfacción cuando las musas llegan a casa para quedarse!
Un abrazo.