cinco...
Eran las cinco en punto de la tarde.
Si estuviera en Inglaterra, estaría tomándose un té… -pensó- pero una
rioplatense tiene otras costumbres. Ella se cebaba unos mates.
El calendario marcaba el presente: viernes cinco de mayo, quinto mes del
año, otoñal, fresco pero mágico, bajo una lluvia de hojas doradas y un sol que
derramaba timideces.
Miraba por la ventana cómo la ventisca arremolinaba la hojarasca
acumulada en la vereda… rueda que te
rueda, gira que te gira, parecía canturrearle el recuerdo con voz de niña
inocente. Recuerdos… Los cargaba desde
siempre –bah!, como los carga todo el mundo- solo que ella, se sentía más
puesta en sí misma, más el centro de todo, sumamente sensible. Sus cinco
sentidos a flor de piel: el aire, los colores, el olor a yerba mate, el gusto amargo
que por la bombilla se le trepaba a la boca y aquel viejo tango -que en vida escuchaba su esposo-, como un lejano
murmullo, incansable y perenne, abrazando el húmedo espacio de su habitación.
♫♪ “Uno busca lleno de
esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias.” ♫♪
Abstraída en sus pensamientos, se dirigió al comedor, cebó otro mate y
sentándose a la mesa hizo repiquetear sus dedos marcando el ritmo de aquel
tango… como si tocara el piano, un piano invisible, siguiendo las notas sujetas
a un pentagrama etéreo.
Sin comprender, sin contentarse, si confirmar sus penas, solo las rosaba
con el sentimiento y la nostalgia.
Sin confesarse a sí misma la inquieta verdad de su espera, porque sus
palabras eran un velo de deseo y una necesidad de presencia.
Sin conceder más excusa que una melancolía inevitable, de pronto sintió
un frío trepándose a la espalda.
Era cinco de mayo, como aquel día en que él se fue de su lado… De pronto sintió un abrazo nacido del
silencio inevitable, desde la lejanía de un tiempo sin retorno.
Gaby*
Y siguen apareciendo cincos en lo de Juan Carlos
Gaby, el cinco marca el número de la ausencia en mayo, a ritmo de tango caen las hojas lentas y el mate se enfría, aquella melancolia en la atmósfera, en punto las cinco de la tarde, hora de toros en España, de tés, de matitos, cuando el abrazo toca la piel y se desvanece el olvido, es posible atrapar el tiempo que retorna.
ResponderEliminarDelicadas letras mirando a través de la ventana, llueve o son lágrimas, dulces. Besito.
Un bello relato escrito con el alma y bien adornado con esas palabras que te salen como una fuente inagotable de sabiduría.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho
Un abrazo
Hola Gaby*!
ResponderEliminarDura historia la que relatas... Debe ser muy difícil soportar la perdida de alguien con quien se han compartido los sueños, el amor, la convivencia, la vida toda...
Ese último 5 de mayo se cerró un círculo, quizás...
Beso grande!
RoB
Es todo un tango bien llevado, bien bailado, bien marcado. Como esos mates que le acompañan en el recuerdo. Con su alma mirando como cae la lluvia.
ResponderEliminarUn abrazo.
El cinco marcando la hora y la fecha. Un nostálgico tango, unos sorbos de mate aromático, la vista de un otoño ventoso, el teclear de sus dedos sobre el invisible piano y... el abrazo esperado. Todo sentido. Un beso.
ResponderEliminarMe gustan el sentimiento y la nostalgia que respiran el relato. Felicidades
ResponderEliminarQué bonito final. Bien recreada esa tarde de soledad y como, poco a poco nos has mostrado el personaje.
ResponderEliminarMe ha encantado ese "... parecía canturrearle el recuerdo de una niña inoicente ..."
Besos Gaby*
El reloj de las ausencias es implacable cuando suena en el corazon, ya sea a ritmo de tango o a ritmo de otoño, su eco resonara cada cinco de mayo, por toda la eternidad.
ResponderEliminarUn beso
Esos días dolorosos, amiga, prefiero que pasen sin notarse. Creo que todos los años hago mucha fuerza para no mirar el calendario el día concreto...
ResponderEliminarUn besito.
El mate...para algunos les da acidez para otros compañía. Que bien narrado el ritual del mate, los sabores y sensaciones, que puede producir esta amarga infusión. El mate acompaña esa última caricia (tal vez)que estaba esperando para el reencuentro. Felicitaciones por el aporte
ResponderEliminarTriste historia. Como la de todo tango, ¿no?.
ResponderEliminarNo sé si es el sentido que has querido darle, pero ese abrazo frío se me representa como la llegada de la muerte, que irá a reunirla con su amado.
Besos de mariposa.
Me encanta el tango! Los recuerdos que trae, el sabor que nos deja en la memoria.
ResponderEliminarEse cinco tan evocador.
Muy bonito Gaby*
Cinco besos grandes
tauro?
ResponderEliminarvaya...sois cabezoptas no?, pero menos que los aries que además somos superindependientes
ha sido un experimento interesante lo de los jueveros
un besito
Supongo que todos los que sufren una pérdida aspiran -en algún momento- llegar a sentir ese abrazo especial, ese reencuentro en la melancolía.
ResponderEliminarUna muy tierna historia.
Un abrazo
Leerte ha sido como dejarse llevar por una suave melodía. Ese cinco de mayo sonó a final asumido y ya aceptado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Entre tango y mate, esta mañana de feriado por aquí, me hiciste sentir muy uruguaya, un lujo que hace tiempo no me daba.
ResponderEliminarCinco besos. Un corte, una quebrada y en un rato volvemos a leernos.
Tierna y muy bien labrada tu historia.
ResponderEliminarMe ha llamado mucho la atención tu manera de diagramar y diseñar tu espacio. Tienes alma de multiartista.
Un saludo desde una Copenhague ardiéndo bajo el tímido sol danés,
Ian.